jueves, 27 de octubre de 2011

El restaurador de la militancia

Las banderas estaban arriadas, escondidas en lo más oscuro del pasado, olvidadas forzosamente por los truenos de la muerte, que fueron apagando decenas de miles de dignos ideales. “No voy a dejar las convicciones en la puerta de la Casa Rosada”, fue su primera frase como jefe de estado, que para algunos tuvo una importante carga demagógica, pero para otros fue, por contexto y pasado reciente, un concepto que revitalizó las ganas de creer, de sentir que por una vez alguien iba a poner los ojos en quien más necesitara.


-¿quién es este tuerto, ché? ¿De dónde carajo lo sacaron? ¿Es el títere de Duhalde? Al tipo no lo junaba nadie, salgo alguno que otro, cuando salía segundo (increíble pero real) de Carlos Menem en las presidenciables de 2003. Con la posterior baja del riojano para el balotaje, Néstor Kirchner asumía la presidencia como el político con menor apoyo de la historia (sólo el 22% que lo había elegido en primera vuelta).

Pero los números sólo sirven para marcar un piso, un comienzo. Cuatro años después, el “tuerto” finalizaría su cargo con una imagen positiva superior al 60%, algo impensado en ese incierto y débil 2003. Sin embargo, esto fue el fruto de años de trabajo, mirando siempre a la gente.



Muchas cosas hizo por su país, y si bien la idea es no armar un glosario de gestión, cabe destacar, ahora y siempre, a muchas con alta simbología, como bajar los cuadros de Videla, Massera y todos los represores; pedir perdón en nombre del estado por las atrocidades de una dictadura sangrienta, algo inédito hasta la fecha; anular los indultos y declarar la nulidad de la leyes de obediencia debida y punto final, negociación oscura que llevó a cabo al que, paradójicamente, llaman “el padre de la democracia”.

Hace más de un año nos despertábamos con un escalofrío recorriéndonos el alma. El gran multimedios informaba la noticia con un aire triunfalista pocas veces visto, y de a poco, la plaza de mayo se iba llenando de ecos que se acumulaban de a montones. Justo ahí, en ese lugar al que él logró cambiarle el color, de negro a verde esperanza, verde militancia. Al pueblo el maestro del tiempo le pegaba una pata en el medio del pecho, otra vez con la muerte como lanza inefable.

Por la calle todo era silencio, salvo en algunos barrios pudientes de Capital Federal, tierra de los Piquetes de la abundancia, terruño que odia a los revanchistas montoneros, y a los negritos peronistas del plan y el LCD. Sí, justo esos que se enriquecieron con gobiernos asesinos y devastadores.

Los diarios elucubraban preámbulos de terror ya vistos, demasiado grandes y demasiado viejos para la docil y femenina muñeca de Cristina. Pero los análisis olvidaban un factor clave: el pueblo. Podrá haberse ido un militante, uno muy importante, pero Néstor está acá, estuvo el domingo en la plaza. Late en el corazón de cada pibe que apoya un modelo que reivindica al pueblo y a la sociedad, que hoy se siente parte.

Se cumple un año de la partida del mejor cuadro político desde el regreso de la democracia, y tal vez de uno de los mejores de la historia argentina. Que sumó adeptos en igual proporción que detractores, pero que será recordado por algo clave: ser el restaurador de la militancia, que siempre defendió y reivindicó como mkétodo necesario para exponer una ideología, y pelear contra las injusticias para lograr mejoras en e,l pueblo. Se cumple un año justo cuando ayer los genocidas finalmente observan la justicia y la memoria de una sociedad que luchó mucho por ponerlos allí, en el banquillo de los acusados, donde ya no sólo se sienta la gente común, sino todos los impunes del pasado. Allí lo ven sentado, junto a esas madres y abuelas que son pura lucha y puro pañuelo, y que entienden que el gran responsable de ese momento tal vez sea él.

A un año, hoy, las banderas están más altas que nunca, mirando al cielo en un sueño que vive todos los días.





Alexander J. Algieri

1 comentario:

  1. Querido... escribís cada día mejor!
    Felicitaciones...

    Por las dudas aclaro... no estoy evaluando el contenido, más sí la prosa que utilizás!

    Luis
    (el que no está ni a favor ni en contra)

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