En esta vida que se vive con ojos cerrados, la sociedad en general se acostumbró a ser simple espectador de la realidad que la invade, sin comprometerse, sin intención de cambio. Como si oyera sin escuchar, mirando sin ver. Por eso, cuando la memoria es endeble, la enfermedad del olvido le baja las defensas y permite las locuras, tan cargadas de aberración y muerte; tan llenas nada. En el mundo que atrapa con consumo a una sociedad pasiva, lo irracional rige por ley y la violencia es condecorada en los museos.
Extensos casos pueden encontrarse si uno bucea por el pasado. Julio Argentino Roca y Domingo Faustino Sarmiento, dos de los más grandes exterminadores de la patria, gracias a su gran aporte “purificador” llamada “la campaña al desierto”, son reconocidos, sin embargo, por su aporte al país. Sus caras figuran en los billetes de mayor valor en circulación.
Pero el olvido no es marca registrada argentina. Una de las calles de la zona más rica y poderosa de Río de Janeiro lleva el nombre de unos de los presidentes más oscuros de Brasil: Epitacio Pessoa. Durante su mandato, entre 1919 y 1921, ocurrió uno de los más fuertes actos de discriminación en el fútbol: en 1921 se disputó el Torneo Sudamericano en Buenos Aires. Pessoa, en una oda a la irracionalidad reglamentada, prohibió, por decreto y prestigio patrio, que la delegación no este conformada por algún integrante de color. La idea era que su tierra “no parezca un país africano”. Brasil, por esta decisión, se quedó sin sus mejores jugadores: Domingos Da Guía, Leónidas y Friedenreich. Jugó tres partidos y perdió dos, dejando una pálida imagen.
Tras el resultado, todo volvió a la normalidad. Los negros y mulatos volvieron a formar de la aceptación social. Pero… ¿Cómo hubieran sido las vidas de Ronaldo, Pelé, Ronaldinho, Adriano, Robinho, Jairzinho, y otros tantos cracks que empaparon de fútbol la historia brasileña?
¿Qué pasaría si dejáramos de permitir las aberraciones de escritorio? ¿Cómo sería nuestra sociedad si detectáramos el pasado antes que sea presente?
Alexander J. Algieri
Detectar el pasado antes de que sea presente... de los errores uno aprende, lo que si no se tiene que olvidar. Tropezar con la misma piedra no es de una persona muy intelectual. Se cometieron muchas aberraciones en el pasado, pero en el presente sigue habiéndolas, mas disimuladas, todo por marketing, dinero o poder.
ResponderEliminarHay que abrir los ojos, y no dejarse influenciar para poder hacer algo mejor. Miremos el pasado y presente. Aprendamos!.
Muy bueno el texto; gran detalle el de "dejando una pálida imagen" (al jugar sólo con blancos).
ResponderEliminarSaludos.
Lo triste de esto es que a pesar de todo lo que pasó a lo largo de la historia aun encontramos hechos que demuestran que no se aprendió nada, que aun hay intolerancia, ignorancia y prejuicio... no solo en forma racial.... por qué no aprender de cada una de nuestras diferencias? Yo todavia creo que no es una utopía soñar con esto, y que las miles de vidas afectadas por las aberraciones cometidas en el pasado no fueron en vano. Termino de ver american history x" y la recomiendo para concientizarnos un poquito
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