miércoles, 26 de mayo de 2010
Ayer fue navidad
Las pasiones son tan personales, que cada explicación que se dé, por más ilógica e infantil que parezcan a veces, siempre encuentra un abrigo en la subjetividad de cada corazón para convertirla en válida, seria, y filosófica.
Una vez me encontré con un personaje que me dejó como enseñanza que por más básico que se lo crea, siempre el fútbol es la exteriorización de un sentimiento genuino, que nace en el alma y muere en la garganta, en la tribuna de una cancha vacía, y en el espejo donde el fútbol sea la única parte del alma que se deje reflejar.
“El sentimiento hacia el fútbol es como el de un hombre al amor: no tiene razón, es ílogico. Como una mina, tu equipo te puede decepcionar mil veces, pero siempre pensás que algún día eso va a dejar de pasar”, me dijo el “Rafa”, el tipo más viejo de los viejos que jugaban a las bochas en la plaza frente a mi casa. Los amigos lo cargaban diciéndole que era más viejo que los árboles, pero el silencio, más antiguo pero no más sabio que él, parecía perpetuo cada vez que se despachaba con una historia, como rindiéndose para formar parte de esa charla.
Nunca voy a olvidar esa vuelta en la que se me puso a hablar mano a mano. El día anterior, domingo, Boca había perdido un clásico increíble, y yo, obviamente, tuve que soportar las cargadas de toda la barrita. Pero el viejo rafa me dijo algo que entendí recién cuando él se fue: “los clásicos son como la navidad, a veces te dan lo que no querés ya veces sí. Lo lindo es que no lo podés adivinar”. Simple y mágico a la vez, el comentario fue un derechazo de Riquelme al ángulo, ese que no pudo meter el día anterior.
La verdad que una de las cosas que más extraño de mi infancia es al viejo rafa. Fue el que mejor pudo encender en mí la locura del fútbol. Con sus historias, con lo que sabía, con vernos jugar. Igual, sé que no estoy solo. Cada vez que juega Boca-River, intentó emular a Papa Noel poniéndome el gorrito rojo. Mi hijo a veces piensa que es por cábala, otras simplemente porque tiene un padre pelotudo, pero yo siento la presencia de rafa latiéndome en los oídos ante cada suspiro que la tribuna me regala como eco, ante cada mirada de atención, ante cada reacción genuina de la gente. Por mi pibe por ahora no me preocupo, algún día va a entender cuándo es navidad.
Alexander J. Algieri
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Una vez alguien me dijo que el diablo sabe mas por viejo que por diablo mismo.
ResponderEliminarA veces uno no hace caso a las enseñanzas que nos dejan aquellas personas que mas saben, pero valen mucho y te marcan de verdad.
Solamente poner un poco de atención y valorarlas...
Exacto, el tema es tratar de evitar el hecho de darse cuenta cuando esa persona ya no está!
ResponderEliminarno me voy a hacer el filósofo. bueeeeníiiiiiiisiiimoooo papáaaaa. soy sincero: todos los salames que poetizaron (o intentaron poetizar) el fútbol, me parecieron altos logis. Pero es cuestión de ponerle un toque de atención y dejarse llevar. Es lo que lograste vos con este texto, Pelota de papel
ResponderEliminarInexpicable el amor que tienen los hombres por el futbol, no es que no lo entienda o lo critique sino que es simplemente inexplicable... me encanto :p
ResponderEliminarpd:que raro nombrando a tu amor imposible riquelme
Mauri: justamente por eso es que prefiero seguir escribiendo: Sobran los nombres, pero faltan los talentos. Mi idea es hacer pensar, no vender libros...
ResponderEliminarGracias por el comentario!
muuy bueno chiquitoo!!!!!
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