(En una mesa de algún bar)…
-Che, sos boludo? Por qué no mirás la carrera? Es la F-1!
-Para qué? Si ya sé que siempre uno llega antes que los demás
En un predio de un club de primera
-Mañana, si no ganan, se pudre todo, viejo! Pongan Huevo
El fútbol es mil cosas, y también un simple juego. Es el espejo en el que vemos mil miserias, o la garganta que siempre se apaga antes del final, una voz vidriada que escurre nuestras angustias, o un reloj en el que tiempo siempre queda corto. Pero también es un juego. En la actualidad, donde el negocio tamiza las subjetividades, esto parece una contradicción, pero no es tan así. Por eso, el objetivo del texto es dejar en clara ciertas cuestiones.
Estudios antropológicos resaltan la importancia del juego como elemento fundacional de la cultura, y por traslación, del individuo. Ocurre que el juego es una de la demostración más inmaculada de la libertad del hombre. El juego es libre, porque sus reglas son creadas, consensuadas y aceptadas por sus propios partícipes. Además, el objetivo del juego es su propio decurso, sin más. Pero cuando el termino “juego” se contrapone con la competencia, surgen los errores de concepto. La competencia se adjudica la idea de tener un marco de seriedad extrema, negando al homo ludens, o al hombre que juega. El hombre que compite pierde parte de su libertad, por un objetivo impuesto.
Podemos hablar del juego en sí, y hacer tranquila referencia al juego del fútbol. La voracidad con que la competencia rige las pautas (competencia no sólo en el sentido de disputa por un torneo), transforma en maquiavélico a este deporte, al imantar la historia con el éxito, dejando para último lugar la forma. Precisamente en las formas está el juego. El fútbol actual es pobre, aburrido y previsible, y además extremadamente defensivo, y cuando aparecen equipos que no sólo respetan las formas, sino que utilizan las que representan al amante del fútbol, se convierten en equipos sumamente respetados a nivel internacional, como Barcelona, que es el intento por instalar nuevamente este paradigma, el que prioriza una forma de jugar a la pelota como herramienta para acceder al éxito, y no la búsqueda del éxito como herramienta para justificar decursos.
Integrar los mensajes. Mientras un Dt limita con responsabilidades a un jugador o un dirigente hipoteca el futura pensando en un negocio, siempre va a haber un pibe que piense que el amor es un gol; el pase, una amistad; el mundo, una pelota, y el fútbol, la libertad donde se cumplen los sueños.
Alexander J. Algieri.
Yo creo que la competencia no es necesariamente una restricción a la libertad. En todo caso el desafío sería dotar de nobleza y dignidad el accionar deportivo para cumplir con los objetivos. Como en la vida misma, el interrogante máximo se plantea en función del camino a seguir y de los resultados esperados.
ResponderEliminarMuy bueno querido chamigo. Para mi es como un camino que en algún punto se abre y cada cual sigue su propia dinámica (juego y competencia), tienen obejtivos distintos... divertirse, aprender vs. ganar... en el afán de ser superior al resto, es donde se empiezan a ver cuestiones que van más alla del propio juego que uno interpreta. LIPE
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