“Los fenómenos solucionan problemas complejos desde el instinto. Y eso, en el fútbol, especialmente con jugadores del nivel de Maradona o Romario, se da con frecuencia. Son tan originales que es difícil que puedan explicar qué es y cómo hacen lo que hacen”, Jorge Valdano.
Cómo Alí, como Rocky Marciano, grandes nockeadores de la historia, ese trompazo alemán destruyó el camino derecho hacia el sueño, que cada vez se hace más sueño. Inesperado, como siempre. Rompiendo los esquemas para contar hasta 10, para dejar a millones con nada en las manos.
No estaba en los planes de nadie, ni siquiera de la lógica, ese 0-4 ante Alemania. Sin embargo, ese fue el disparador que desnudó las mil diferencias. Insalvables, por egos. Innegociables, por carteles y divismos.
Lo único que le quedaba al Dios del pueblo era caer ante sí mismo. Ni el destino ni el cielo blanqueo con quien tanto coqueteó pudieron robarle la gloria que le impregnó el estigma de maestro supremo. Sólo él fue capaz de eclipsar esa imagen eterna con un pincel que dejó garabatear algún que otro tropiezo, aunque uno más fuerte que el otro.
Lo cierto, es que no va más. Y no queda más que una incertidumbre por esa autocrítica, tan necesario, que nunca llegó; no queda más que esa inconstante autoestima, que repartió odios y dividió aguas cuando tal vez se necesitaba mesura; no queda más que esa confusión que pareciera ser lo único que no pudo gambetear.
La realidad es que el ciclo se cumplió, con un saldo más que negativo: desde los resultados, menores a lo esperado, y desde la ilusión, que otra vez se queda llorando impotente ante las puertas del paraíso. Impensado en ese arranque prometedor 4-0 ante Venezuela, por Eliminatorias; no tan lejano, tras esa clasificación a los tumbos, y esa demostración de que lo solamente claro era el poder indiscutible de su nombre.
Peleas, más peleas, con la prensa, con Riquelme y consigo mismo, y un record que marca que “la era Maradona” fue la más corta desde el mandato de Julio Grondona en AFA: tan sólo un año, siete meses y 12 días.
Porque la numerología es una estadística que no siempre tiene el guiño de la gloria, porque los mitos a veces no se cumplen. Pero Maradona será siempre Diego, el dios, el amo y señor del fútbol, pero aunque duela, habrá que pensar que la comunión con la magnificencia futbolera es un hechizo que se termina cuando se cruza para siempre la línea de cal.
Alexander J. Algieri
Le das poesia a acontecimientos futbolÍsticos, algo destacable... del hecho en si no opino ya que soy nena... simplemente se nos rompió una ilusion con ese 0-4" y creo que hoy también.. porque hubiera sido lindo ver a maradona campeón otra vez! volvi a firmar viste?
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