martes, 11 de mayo de 2010

El jugador eterno







-¡Andáaaaa! A mí me vas a venir a hablar de fulbo?. Pero atendeme pibe, yo hasta hace pocos años jugaba en la primera de River, nene. Sí, en serio, no te miento. Y no sabés lo bien que jugaba eh! Ja!. Era un 10, pero no esta mentira del enganche. Te estoy hablando de esos 10 clásicos, como Babington. ¡Qué pegada que tenía! Dios mío. Era zurdo y exquisito. Igual, no sé por qué te hablo en pasado, por la verdad es que yo no me retiré todavía, te digo más, en cualquier momento agarro de nuevo. Paré porque me jodí la rodilla, los ligamentos viste. Pero ya me falta poquito para juntar la plata y poder operarme. Vos pensá que hasta hace pocos años, no había la tecnología que hay ahora. Te rompías, y andá a cantarle a Gardel. ¿El Club?, ¿pero qué pueden hacer del club? Me hicieron una reunión, y me dijeron que me agradecían todo lo que le dí a la institución, pero que era mejor que me vaya por la puerta grande. Estuvieron bien. Me dijeron que las puertas del club van a estar siempre abiertas. Esto fue hace un tiempo. Todavía no me llamaron, no sé que habrá pasado. Es raro, porque yo el número de casa no lo cambié.

Pero quedate tranquilo que yo ya vuelvo. Sí, ya sé!, tengo canas, pero que importa el pelo. La cabeza sólo sirve para cubrir las ideas, nada más. Aparte fijate que hoy tanto pelotudo con cada peinado raro...

Voy a volver!, te juego lo que quieras. Te cuento algo. La otra vez me encontré con un ex compañero, que ahora es DT de Ferro y le avisé que yo casi estaba para volver, para que me pruebe viste, así vuelvo de a poco, en un equipo chico, tranquilo, sin presión. Me dijo que me iba a venir a visitar a casa para contarme. Pero me aclaró que estaba dificil, porque no le gustaba mi “peligrosa relación con el alcohol”. Así me dijo, ¿vos podés creer? Como si nadie se tomara una botellita de Ocho hermanos por día. Pero dejaaaaaaaaaame, mirá, la cosa es fácil: Primero desayunás, y te tomás un vasito, porque con el tornillo que hace hay que cuidar la gola, viste. Al mediodía comés, y ¿que vas a tomar?, ¿agua?, naaaaaaaaaaaa!. Y después el resto entre alguna cena y el café con los muchachos. No te das ni cuenta y ya se te piantó una botellita.

Pero en cualquier momento me llaman eh!, quedate tranquilo. Por el momento, hasta que retome, cambié el vestuario por la coqueteada de la city porteña. Mira con el orgullo que te lo digo: City porteña, jeje. Converso con aquellos que deciden el destino de nuestro país, les charlo, me cuentan intimidades. No es joda viste.

Uy, sí, perdón maestro! Me colgué hablándole de mis cosas. Sí, cuatro pesos le cobro, ¿se los lustro?.

                                                           Alexander J. Algieri

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